Rusia y China dispondrán de armas anti-satélite en pocos años
La nueva evaluación mundial de la comunidad de inteligencia estadounidense, sobre las amenazas a Estados Unidos y sus aliados, hace una dura advertencia sobre la guerra espacial: Rusia y China podrán derribar nuestros satélites en dos o tres años.
Esta capacidad pondría en grave peligro a la flota estadounidense, incluidos los satélites del Sistema Mundial de Posicionamiento, los militares y civiles de comunicaciones y los de espionaje. Pero, ¿utilizarán esa capacidad estos dos países? ¿Y si lo hicieran, se arriesgarían a sufrir un daño aún mayor a sus propias redes?
Según el documento, «Worldwide Threat Assessment of the U.S. Intelligence Community,» las agencias de inteligencia de Estados Unidos piensan que las armas anti satélite rusas y chinas (ASAT) probablemente alcanzarán su capacidad operacional inicial en los próximos años «. En el documento se afirma, además, que el Ejército Popular de Liberación Popular de China ha creado unidades militares anti-satélites y que ha comenzado la «capacitación operacional inicial» para utilizar esas armas anti satélite lanzadas desde tierra. El documento afirma que Rusia ha hecho progresos similares.
El sistema chino en cuestión es el arma anti-satélite SC-19, que se lanza desde un lanzamisiles móvil y se eleva al espacio mediante un misil balístico de mediano alcance DF-21 modificado. Es un arma cinética, lo que significa que choca contra el objetivo para destruirlo en el impacto. Pesa 1.200 lbs. y emplea un buscador infrarrojo de imágenes para encontrar su objetivo.
El SC-19 se ha probado al menos siete veces. En 2007, interceptó al obsoleto satélite Fengyun 1C durante su caída, a una altitud de 537 millas, como práctica de tiro. La colisión creó una nube de escombros espaciales que obtuvo la condena mundial de China.
Se sabe menos sobre las armas anti satélite rusas. El PL-19 «Nudol» es uno de estos sistemas, probado por última vez en diciembre de 2016. Moscú afirma que Nudol es un misil antimisiles, construido para interceptar ojivas que se dirijan a objetivos en el espacio.
Todas estas armas anti-satélites tienen por objeto compensar la ventaja de Estados Unidos en órbita. Las fuerzas militares estadounidenses, que a menudo operan a miles de kilómetros de su hogar, utilizan satélites para la navegación (GPS), comunicaciones y la obtención de información sobre posibles adversarios, por lo que dependen de ellos satélites para sus operaciones, aunque se adiestran para operar sin ellos en tiempos de guerra. Por ejemplo, durante el reciente ejercicio Red Flag de la Fuerza Aérea de los EE. UU. se obligó a las tripulaciones aéreas a operar sin la ayuda del GPS, y la Marina de los EE. UU. está estudiando cómo mantener las comunicaciones en funcionamiento si los satélites son derribados usando boyas marinas.
¿Qué peligro representan estas armas? No hay duda de que Estados Unidos sufriría un duro golpe si los adversarios usaran armas anti-satélites en un ataque sorpresa. Pero hay algo más a considerar: Rusia y China dependen igualmente de los satélites, si no más. Sus redes satelitales son igualmente vulnerables y posiblemente más difíciles de reemplazar que las de Estados Unidos, que es una potencia espacial mucho más robusta que está desarrollando estrategias para llenar rápidamente agujeros en las redes satelitales con otros de reemplazo.
Cualquiera de los dos países que utilizara armas anti-satélites en un conflicto, podría terminar haciendo las cosas aún más difíciles a largo plazo, cuando los ataques de represalia por parte de Estados Unidos hicieran que las fuerzas opositoras se transformaran en estratégicamente sordas, tontas y ciegas. Mientras tanto, las redes satelitales de EE. UU., construidas para resistir, se arreglarían con lanzamientos de reemplazo.
Hasta ahora, hay poca evidencia real de que algún país esté construyendo armas espaciales para un primer ataque espacial. Como cualquier arma, el sistema anti-satélite ruso y chino puede ser una forma de propagar la guerra al espacio. La guerra en el espacio podría ser desastrosa para todos los países, pero más para Rusia y China. Y nadie lo conoce mejor que Moscú y Beijing.
Fte. Popular Mechanics